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A 38 años del terremoto la tierra sigue temblando



A 38 años del terremoto la tierra sigue temblando


Hablar de temblores, de sismos, terremotos, que todo quiere decir movimiento de tierra, resulta para muchos salvadoreños tenerle miedo a la naturaleza y a quienes profetizan que en El Salvador ocurren terremotos cada 15 o 20 años.


10 de octubre de 1986,esta tragedia fue enorme y tuvo su epicentro en los Planes de Renderos, teniendo una fuerza el terremoto de 7.6 grados en la escala de Richter.15 años después, el 13 de enero del año 2001 y un mes después, el 13 de febrero, 2 terremotos golpean a los salvadoreños en todo el país y en la Colonia las colinas de Santa Tecla, se convierte en símbolo de la tragedia cuando el terremoto provocó derrumbes en la llamada “Cordillera del Bálsamo”, provocando unos 500 fallecidos.


¿Pero qué es la Escala de Richter que sirve para medir la intensidad de un terremoto? “La escala sismológica de Richter, también conocida como escala de magnitud local (ML), es una escala logarítmica arbitraria que asigna un número para cuantificar la energía liberada en un terremoto, denominada así en honor del sismólogo estadounidense Charles Richter (1900-1985). La sismología mundial usa esta escala para determinar la magnitud de sismos de una magnitud entre 2,0 y 6,9 y de 0 a 400 kilómetros de profundidad.


Por lo que decir que un sismo fue de magnitud superior a 7,0 en la escala de Richter se considera incorrecto, pues los sismos con intensidades superiores a los 6,9 se miden con la escala sismológica de magnitud de momento”. Cuando ya ha sido medida la fuerza de un terremoto en la Escala de Richter y cuantificar los daños que ha ocasionado el terremoto y hasta donde llegaron la ondas sísmicas, surge la escala Mercalli modificada: “La escala sismológica de Mercalli es una escala de 12 grados desarrollada para evaluar la intensidad de los terremotos a través de los efectos y daños causados a distintas estructuras. Debe su nombre al físico italiano Giuseppe Mercalli. La escala de Mercalli se basó en la simple escala de diez grados formulada por Michele Stefano Conte de Rossi y François-Alphonse Forel. La escala de Rossi-Forel era una de las primeras escalas sísmicas para medir la intensidad de eventos sísmicos. Fue revisada por el vulcanólogo italiano Giuseppe Mercalli en 1884 y 1906”


11:45 de la mañana del Viernes 10 de Octubre de 1986, los habitantes de San Salvador se desenvolvían normalmente en su labores diarias, en el edificio “Rubén Darío”, se iniciaban las labores, algunos trabajadores me dijeron que la cortina de hierro de la entrada principal del edificio se había desplomado sin ningún motivo y no permitían el acceso de los empleados y visitantes, pero se recomendó ingresar por la Joyería “Darío” y así se hizo y comenzó la actividad diaria. Este edificio, después del terremoto de 1965 fue declarado con daños graves y se recomendó demolerlo por el peligro que representaba, pero sus propietarios no lo hicieron y por esa razón murieron unas 500 personas.


El poderoso terremoto destruyó el edificio del Hotel San Salvador, cerca de Catedral Metropolitana. En 1986 trabajaba como fotoperiodista de Diario El Mundo y ese 10 de Octubre, junto al fallecido Director don Cristóbal Iglesias, atendíamos a los representantes de la Unidad Nacional de Trabajadores UNTS,los fallecidos, Humberto Centeno;

Febe Elizabeth Velásquez y Guillermo Rojas, del Seguro Social. El Director del periódico, don Cristóbal Iglesias me dijo: “Hurtado vienen de visita los de la UNTS y hay que hacerles una entrevista y fotografías.



Cámara y grabadora en mano esperé, llegaron, realicé la entrevista y tomé las fotografías. Salí de la dirección, caminé unos 5 pasos, me detuve por un segundo y un ruido aterrador seguido del movimiento de tierra, se sintió y de inmediato busqué protección bajo una puerta cercana a una de las tantas columnas del edificio en la segunda planta y observo que la energía eléctrica se corta y cae una lámpara sobre la cabeza de un compañero.


Salgo a la calle, veo gente herida y caída en el suelo; otros gritan llenos de pánico y una señora me dice señalando al Teatro Nacional “allá pusieron la bomba” y sonrió nerviosamente. Llego a la esquina con la cámara en mis manos, buscando “algo que había pasado”. Observo hacia el sur una nube de polvo al igual que el efecto de una bomba atómica, que formaba un hongo y se siente otro fuerte movimiento de tierra y veo al fondo una polvareda, que después supe que era el edificio “Dueñas” y un ruido fuerte me hace voltear la mirada rumbo al Hotel San Salvador y tomo una fotografía en los precisos momentos que el edificio se inclinaba ante la mirada de muchas personas .



Corro a la esquina de la Avenida España y dos buses habían chocado, y en el suelo se encontraban otros 2 motociclistas que habían caído ante el terremoto y unas personas heridas salían de los escombros del “Hotel San Salvador” y en la acera yace el cuerpo de una mujer sepultada por los salientes del edificio que había caído.


Sorpresivamente ocurre otro movimiento de tierra y otra parte del edificio cae, junto al rótulo de la “Westerhausen” y logro tomar la fotografía. Con la cámara en mis manos a veces se me olvidaba tomar fotos y al darme cuenta que la tragedia era grande, pretendí regresar al diario pero me acuerdo de mi familia y salgo en busca de ella, pidiéndole a Dios que no les hubiera pasado nada. Todo esto y como en las películas, pasó en unos 70 segundos, después del terremoto los temblores subsiguientes derrumbaron lo que había quedado en pie, resistiéndose a caer.


Durante el recorrido, rumbo al barrio San Esteban, me encuentro con el edificio del Ministerio de Educación donde trabajaba como Director de Prensa y me doy cuenta que los siete pisos del edificio y la Biblioteca Nacional, el terremoto los había destruido.


El viernes 10 de Octubre 1986 ocurrieron muchos milagros y los capitalinos no lo van a olvidar nunca y fue un día tan doloroso que como periodista jamás voy a olvidar. La muerte de las 42 niñas del Colegio Santa Catalina. El saldo fue trágico 1 mil 300 muertos, 40 mil viviendas caídas y dañadas; 200 mil damnificados y 10 mil millones de colones en pérdidas materiales. Los hermanos salvadoreños muertos en la tragedia no se le deben olvidar al gobierno actual ni a los próximos, para que siempre las construcciones se hagan con material resistente y que los Ingenieros y Arquitectos se humanicen en las construcciones y utilicen las técnicas modernas antisísmicas y no construyan “tumbas para los salvadoreños” en este “valle de las hamacas”. 10 de Octubre de 1986 – 10 de octubre del 2018, 32 años.

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